20 de agosto de 2017 – Barcelona – Llegamos a El Prat Barcelona bastante enteros, a pesar de las once horas de vuelo desde San Pablo, Brasil. Ya estaba estudiado el recorrido más económico hasta el alojamiento, por lo que tomamos el bus gratuito a la terminal 2. Allí cruzamos la pasarela hasta la estación de trenes y compramos la T10. Con esta tarjeta se puede viajar a cualquier parte de Barcelona por algo menos de un euro por persona, siempre que los transbordos se hagan en menos de hora y media o algo así. Bajamos en Barna Sants, que es el final del recorrido, y tomamos L3 a Poble Sec, en Montjuic. Preguntamos hasta encontrar la calle que sube a lo de Antonia, nuestro alojamiento reservado desde San Pablo. Al final del Carrer de Matras vimos el teatro que habíamos identificado en internet, y unos minutos más tarde  y varios metros más arriba, al borde del Parc de Montjuic, tocamos el timbre.  Antonia resulltó una señora mayor, simpática y conversadora. Hicimos algunas cosas muy originales como bañarnos y descansar un poco, y a fuimos a comer en la peatonal cercana unos pinxos con cervezas. A la cama.
21 de agosto de 2017 – Barcelona – Desayunamos con Tony, Nieves y Antonia. Antonia es nuestra anfitriona. Tony su hijo. Nieves la novia. Del hijo. Hemos conversado de los temas clásicos: palabras que tienen distintos significados en nuestros países, costumbres, cosas así. Salimos a las 11 de la mañana, el bus 55 llegó junto con nosotros a la esquina. Bajamos en Arc de Triump (no sabemos quien triunfó, ni dónde ni cuándo)  y en la estación de autobuses Barcelona Nord adquirimos nuestros pasajes a Vall d’Aran, que es nuestra próxima etapa. De acuerdo a la sugerencia de Tony, bajamos caminando a la iglesia Santa Maria del Mar, donde no entramos porque no andábamos de peregrinación y porque cobraban. Algo más abajo nos encontramos con el museo Picasso, y allí sí que entramos. Finalmente, luego de atravesar el barrio gótico, llegamos a la catedral. Tampoco entramos, por los motivos que ya expuse más arriba. Intentamos caminar a Sagrada Familia. No lo logramos. Nos metimos en una oficina de turismo, y bien aconsejados, tomamos el metro en Urquinaona. Bajamos en Verdaguer. Dimos una vuelta alrededor. Decidimos que, a pesar de que cobran, y que no estamos de procesión, entraríamos, para lo que hay que comprar entrada por internet o en las oficinas de turismo. Volvimos al centro, compramos las entradas y bajamos hasta el puerto bordeando o mas bien esquivando Las Ramblas, donde es muy difícil caminar entre la multitud de turistas las velas y flores por los muertos del reciente atentado. En el puerto saludamos a Colón, y agotados por el calor y las horas de caminata, nos subimos (más bien bajamos) al metro y ¡Oh gloria!, nos pusimos horizontales.
22 de agosto de 2017 – Barcelona – Luego de tomar el abundante desayuno de Antonia, salimos a eso de las once menos cuarto. Cuesta arriba, al Parc de Montjuic. Caminamos la Avenida Miramar hasta el funicular. Con once euros cada uno subimos al cacharro este que te lleva colgando de un cable hasta la playa de Barceloneta. Es un funicular muy alto, sobre el mar, no apto para fóbicos, con visuales espectaculares. Relojeamos la playa brevemente y nos subimos al autobús 150 hasta alguna estación de metro. Combinamos con la línea 3 hasta la estación Diagonal para ver esta obra de Gaudí, La Pedrera o Casa Milá. De allí bajamos caminando a Casa Batlló, más Gaudí. Otra vez en la línea 3 fuimos hasta Lesseps y de allí caminamos al Parque Güell, sobredosis de Gaudí. Para visitar los «monumentos» cobran un disparate, así que visitamos los jardines despaciosamente. Una vez más en el metro llegamos a plaza Catalunya. Entramos al Corte Inglés. Encontré un teclado para escribir con más comodidad estos párrafos inútiles y luego entramos a un segundo Corte inglés. En plan de consumo, fuimos a Desigual, y la sobrina de Gloria tendrá su ansiada cartera. A la hora combinada nos encontramos con Marieta, que es algo así como una prima segunda de Gloria. Comimos pizza por la calle, tomamos mucha cerveza y volvimos a casa con el último metro.
23 de agosto de 2017 – Barcelona – Una excelente oportunidad para escribir bien poco. Entramos a la Basílica de la Sagrada Familia. Gaudí que era unos de ésos (coloque aquí el calificativo de su agrado) que se la pasan rezando y creen en dioses que nunca han visto, logró una obra suprema. Nadie que llegue Barcelona puede omitir la visita. 
24 de agosto de 2017 – Barcelona – Último día en Barcelona, por ahora. Nos levantamos tarde, y decidimos visitar el Museo de Joan Miró, por dos motivos: está a metros de nuestro alojamiento y nos gusta mucho Miró. Estaban de huelga los trabajadores del museo, nada de entrar, pero nos regalaron entradas que aprovecharemos cuando volvamos. Bajamos a Plaza Espanya bordeando la Font Mágica, y nos subimos al bus 150 hasta Castel Montjuic. Las fortificaciones militares son, junto con las iglesias, de esos lugares que evitamos. Pero resultó que dentro encontramos una muestra histórica muy bien presentada, llamados a la paz, y nada de glorificación de las «artes» militares. Bajamos caminando hasta nuestro departamento en casa de Antonia. Mañana estaremos en Vall d’Arán.