04 de octubre de 2017 – Dubrovnik y Cavtat – Hoy, a eso de las nueve de la mañana, bien desayunados en casa de Sanja, bajamos hasta el puerto de Cavtat. Pagamos por el viaje ida y vuelta en transbordador a Dubrovnik HRK 100 por cabeza y unos minutos después partimos junto con otros turistas y algunos locales, o al menos eso parecían. Nada de viento ni olas, lindo sol, un viaje relajado mirando la costa croata. En una hora o menos pusimos nuestros pies en Dubrovnik, pero hay que decir que llegando por mar, impresiona desde lejos. Las murallas que siguen el perfil del terreno, se ven desde gran distancia. Y cuando uno entra por la puerta Ploca, que tiene unos recodos defensivos y se encuentra con la calle principal, la Stradum o Placa, uno se siente en la edad media. Ni siquiera habíamos mirado una guía, pero nos pareció, con acierto, que sería mejor recorrer la muralla, para ver la ciudad y ubicarnos en primer término. Nos costó encontrar la entrada a la muralla. Preguntamos en el Palacio del Rector, y con esa indicación y algún diminuto cartel en el camino, encontramos la entrada, que está muy próxima al museo marítimo, y a la torre de San Iván. La entrada no es nada económica, HRK 150 por persona. Pero las murallas lo valen. Son dos kilómetros de caminata. Hay subidas, bajadas, escaleras. Algunas torres son accesibles, como la torre Minceta, que tiene una escalera estrecha para que los turistas aprendan a cederse el paso entre ellos, y a mirar para no romperse la cabeza en algún dintel. Esta torre es algo así como el símbolo de la invencibilidad de las murallas. Hay fortalezas anexadas a las murallas, como Santa Margarita, que hoy es un lindo bar con vista al mar. Allí repusimos líquidos. Como de costumbre, pregunté: Točeno pivo? Ante la afirmativa, pedí dva točeno pivo, molim. El mozo me preguntó malo ili velike? Mali, molim, dije y el diálogo resultó en dos cervezas tiradas, pequeñas. Tenía miedo que del diálogo resultase un bife de hígado, o un plato de rabanitos, que me caen pésimo. Brindé con Gloria por mi dominio del croata. Tenemos suerte los argentinos que lo sabemos todo… Bien, confieso que éso es casi todo el croata que sé, como recurso de supervivencia. Refrescados, continuamos caminando, el sol y el mar como compañía. Llegamos al punto de inicio, con lo que astutamente dedujimos que habíamos dado toda la vuelta. Recorrimos la ciudad, vimos las dos fuentes, los comercios, los bares, las iglesias desde afuera. Bajamos por la escalera que subió desnudita la pobre Cersei Lanister, tan buena muchacha ella. Para los que no vieron la serie, allí se grabaron escenas de Game of Thrones. Inspeccionamos con atención la puerta Pile, que fue la principal en la época de esplendor de Ragusa, hoy Dubrovnik. Cansados, a las cuatro buscamos el barquito, que llegó puntual y nos devolvió tranquilamente a nuestro refugio de Cavtat, donde no hay multitudes caminando sin rumbo.