17 de julio de 2025 – Livingstone, Zambia – Llegamos a Livingstone en taxi, un transporte algo desacostumbrado. Resulta que aterrizamos en Victoria Falls, procedentes de Johannesburgo. Es que el costo de los vuelos desde Joburg es mucho menor hasta Vic Falls que a Livingstone, aún considerando el precio del taxi, que fue exactamente de USD 60. Muy temprano, a las 07:00 despertamos en el hotel Mint de Johannesburgo. Antes de las ocho estuvimos en la estación del Gautrain, a unos 300 metros del hotel. En unos 15 minutos o algo así llegamos al aeropuerto internacional de Joburg. Para nuestra sorpresa, el check – in de Fast jet estaba abierto, así que en minutos cruzamos migraciones y seguridad sin apuro. Tan temprano llegamos que recorrimos un montón de comercios, algunos con artesanías muy buenas, los otros con lo de siempre en un aeropuerto. Hoooras después, a las 12, embarcamos en el pequeño avión jet. Casi para sentirnos CEOs de alguna multinacional. Una hora y chirolas de vuelo, no puedo contar nada porque me dormí apenas ingerido el sandwich y el juguito. Aeropuerto internacional de Victoria Falls, pedimos la Kaza Univisa, una visa especial que sirve para tres países: Zimbawe, Zambia y Botswana. Costo de USD 50 por turista. En la salida aceptamos la propuesta del primer taxista que se nos cruzó, un tal Hillary. La propuesta fue que por USD 60 nos llevaba hasta el puesto fronterizo de Zimbawe. Estampado el sello de salida, un colega nos esperaba para el cruce del puente. Muy brevemente alcanzamos a relojear las cataratas, y ya estábamos en el puesto fronterizo de Zambia, donde otro taxista nos hizo los papeles en una fila «especial» y estuvimos oficialmente en Zambia. Livingstone está a unos 12 km de la frontera. Este tercer taxista nos dejó en los Butterfly apartments, ya reservados. Por tres días tenemos un inmenso estar, cocina gigantesca, dormitorio con cuatro camas con sus doseles anti mosquitos, y un baño también inconmensurable. Ya liberados de las maletas, partimos hacia el downtown (centro), que aquí se habla inglés. El Kubo café nos sirvió unas quesadillas enormes, que no pude terminar, aún rociándolas con algunas cervezas Mosi. De allí al súper, donde compramos Stella Artois (no había la marca local) y algunas vituallas. Volvimos a nuestro alojamiento en taxi, previa negociación de poca intensidad de la tarifa. O sea, pagamos un poco demás. Dormir temprano. Mañana el taxista nos llevará al Parque Mosi-oa-Tunya, y veremos el lado Zambiano de las Cataratas Victoria.

18 de Julio de 2025 – Livingstone, Zambia – El taxista reservado ayer (el mismo que nos trajo desde la frontera) estuvo casi puntual a las 07:00. En minutos estuvimos en el Parque Nacional Mosi-oa-Tunya. Siete y media ya pagada la entrada, comenzamos a caminar. Casi nadie llega a esa hora, y por eso somos madrugadores. El parque abre a las 06:00, pero nos pareció demasiado. Hay varios senderos, los recorrimos todos. Las vistas son maravillosas, deslumbrantes, aunque se ve una parte muy menor de las cataratas. Dicen que el lado zimbawano proporciona mejores vistas, en pocos días podremos hacer la comparación. Los arcoiris son casi permanentes, el vapor de agua de las cataratas llega a ser lluvia en algunos lugares (a veces llueve desde abajo, cosa extraña, ¿No es cierto?), como en el puente llamado Knife edge. Buen nombre, supera un filo rocoso que sería muy peligroso si no existiera. Pasamos frío al comienzo, en cuanto el sol empezó a brillar, fue todo lo contrario. Llevamos nuestra propia ropa impermeable, no fue necesario alquilar unos ponchos que ofertan. Como de costumbre, evitamos contratar un guía, y estamos seguros que tal cosa es innecesaria. Empleamos cuatro horas en todo esto, y nuestro taxista ya nos esperaba a la salida. Almuerzo casero, siesta y paseo por la ciudad completaron el día que fue excelente en todo sentido. Piernas cansadas, ojos maravillados, hasta mañana.

19 de Julio de 2025, sábado – Livingstone, Zambia – Despertar tarde es maravilloso cuando uno está cumpliendo las arduas labores del turista. Caminamos hasta el museo de la ciudad, cinco dólares por cabeza. Hay etnografía, arqueología y varias otras cosas. Hay una sala con nidos de pájaros y sus huevos. Algo fuera de lo común. En el modesto gift shop compramos un modesto imán para la heladera. Continuamos la caminata, entramos a la estación de trenes, había un tren en mal estado que según una funcionaria partiría hacia Yogurtungué, o algo tan improbable como lo que acabo de inventar, pues no le entendí nada a la tal señorita. Más caminata, museo ferroviario, una estafa de USD 15 por tonto que entra, unas pocas locomotoras de vapor, unos vagones viejos. Anexo hay un museo judío, nada interesante. Ay, si le hubiera hecho caso a mi legítima, no nos hubieran robado treinta dólares. Si averiguo quien escribió eso de «nice museum» en algún blog, voy y lo acogoto. Mañana nos vamos a Victoria Falls, Zimbawe.