Ayer, como alternativa a otro paseo que suspendimos a último momento, llegamos a La Spezia y a Portovenere. No había alojamiento en los pocos hoteles existentes en Portovenere, por ser fin de semana. Así que decidimos volver al día siguiente, es decir, hoy, 23 de mayo de 2010. Llegamos lo más temprano que pudimos. Portovenere, descubrimos, es tan lindo de día como de noche. Holgazaneamos en el muelle, recorrimos alguna callejuela. El lugar es tranquilo, y muy bonito. Además es la primera vez (en realidad fue ayer) que vemos el Mar de la Liguria, parte del Mediterráneo. Luego del almuerzo, muy bueno, a la vera del puerto, le alquilamos a un tal Diego el semirrígido Palmaria. Ya en el agua, dimos la vuelta a la isla de la Torre Scola, y bordeamos Palmaría con rumbo a la chiesa di San Pietro, con intención de llegar a Cinqueterre, pero era bastante largo para el horario del que disponíamos, asi que, a mitad de camino decidimos volver a puerto. De todas formas la navegación hacia Cinqueterre nos permitió observar la costa escarpada, y las casas y cultivos prendidos a las pendientes, con muchas posibilidades de ir a bañarse al mar. De nuevo en tierra, trajinamos las largas escaleras hasta el fuerte Doria, que tiene unas vistas espectaculares. Entre ellas hace buen contraste contra el mar la iglesia de San Pedro, gótica, con una parte nueva del siglo XVIII. El cementerio también ofrece buena vista, aunque hay que reconocer que sus ocupantes no se benefician mucho con ella. Final del día, el acostumbrado: Comida en casa de Nella y Paolo, en Monsummano Terme, tardía para sus costumbres. Revisando las fotos del día veo que tomé una enorme cantidad, muchas de ellas en el mar, con veleros que presumo hacían escuela de vela, y temas marinos varios. No hay caso, siempre, desde que, en mi curso de vela, aprendí a disfrutar del mar y del viento.