24 de julio de 2025 – Victoria Falls – Hoy nos toca visitar el Zambezi National Park, aquí cerca, por la tarde. Una empresa distinta a Wild Horizons nos pasó a buscar por nuestro domicilio, con alguna anticipación. Pero ya está vamos en la puerta tomando sol. Subimos a una de esas camionetas adaptada para safari, esta vez con dos asientos para tres personas cada una. El chofer y guía dice llamarse Eli. O bien mi inglés decae junto con mis ancianas neuronas, o bien Eli habla algo sólo parecido al inglés. Deben ser las dos cosas. Buscamos un par de gringas de USA en un hotel muy bien presentado, con el portero disfrazado de algo africano, ni él debe saber de qué. Pobre. Poco después entramos al parque. Casi a la entrada vimos unos pumbas, que parecen unos jabalíes versión tranquila o unos chanchos peludos y grises. No conseguí buenas fotos. El parque parece aún mas seco que el Parque Chobe. Por un buen rato pensé haber malgastado unos cuantos dólares, no aparecía ni una lagartija. Hasta que por fin algunos animalitos o animales se dignaron aparecer. Nada nuevo: impalas, algunos kudus, un par de jirafas, unos elefantes. Próximos al río (El Zambezi, por supuesto) paramos para un picnic con varios bocaditos picantes y cerveza. Hora de regresar. No fue muy deslumbrante, pero luego de haber visitado Chobe, este parque palidece. Ya casi de noche, ducha y cena en casita. Que duerman bien.

25 de julio de 2025 – Victoria Falls – Hoy día libre, como dicen los folletos de esos toures a Europa, 15 países en 12 días. Ningún paseo contratado. A unos dos kilómetros de aquí hay un baobab gigante. Un baobab es un árbol, ninguna fiera que se coma a los turistas. Llegamos en unos 25 minutos de marcha. Es grande el arbolito. Según un cartel se llama «Adansonia digital», tiene 1200 años, 24 metros de diámetro y lo mismo de altura. Impacta tanto su enorme tronco como sus largas ramas y su altura. Contemplamos al padre árbol un buen rato. Cruzando el camino hay varios comercios de artesanías, las mismas que en todos lados. Continuamos el camino, que es bonito con sus palmeras y otros árboles y algunos Adansonia digitatas, ya que me aprendí el latinajo. Llegamos a la entrada del parque de las cataratas, cruzamos el mar de negocios de artesanías que enfrenta la entrada, y retornamos a casa cruzando el centro. Me parece que aquí voy a clausurar este relato, si bien nos queda aún un día y medio en estos pagos cataratísticos. El plan de mañana es hacer un mini shopping tour, para llevar alguna cosa de recuerdo. Las camisetas no tienen buenos diseños, elegiré la menos fea. Gloria piensa llevar un mantel o algo así. Pasado mañana abordaremos el tren de Rovos Rail, que en cuatro días promete atravesar todo Zimbabwe y depositarnos en Pretoria, Sudáfrica.